La mente tiene una diversidad de interpretaciones de lo que es la responsabilidad; una de ellas es interpretarla como culpa, como falta; o sus opuestos, como crédito o mérito. La culpa es el precio automático que pagamos cuando nuestras acciones no coinciden con nuestras creencias respecto a como deberíamos comportarnos.
Hay otra interpretación de control. Un lugar habitual desde donde operamos es el lugar del control. Algunas veces cuando decimos que somos responsables por algo, lo que estamos queriendo decir es que estamos en control de eso, que estamos a cargo. La gente que opera desde el control se la pasa justificando, racionalizando y manipulando; se manipulan a ellos mismos, a otras personas, para poder quedarse en control.
Una tercera interpretación irresponsable de la responsabilidad ocurre cuando la confundimos con el deber o la obligación. Nos pasamos la vida operando desde un contexto en el cual todo en la vida es percibido como una obligación, un tengo que, y finalmente llega la gota que rebasa el vaso, la última y explota todo.
Esteban Pinotti, en su libro Coaching ontológico, considera estas tres interpretaciones de la responsabilidad irresponsables y plantea el concepto de responsabilidad integral.
La responsabilidad integral, ya sea individual o colectiva, es la habilidad de responder ante los desafíos que representan las circunstancias en las que se desenvuelve nuestra vida. Habilidad para generar una respuesta, y significando que sea lo que fuere que pase en el mundo, yo tengo algo que ver.
Estamos en una cultura que promueve que todo el mundo se sienta víctima. Pero hay que pagar el precio de renunciar a echar la culpa y tomar conciencia del protagonismo que ejercemos en nuestras vidas.
Demasiadas veces, la inercia en la que vivimos, nos previene de la responsabilidad y nos lleva a interpretaciones irresponsables de la responsabilidad, que nos impiden tomar conciencia, y nos quedamos sin ningún poder para responder ante las circunstancias.
El primer paso para desarrollar el poder personal es abandonar la postura de víctima y adoptar una postura responsable frente a todos los acontecimientos en la vida. El poder personal es la habilidad de responder poderosamente ante las circunstancias. El poder personal tiene que ver con un papel de protagonismo en la propia vida, con hacer que ocurra lo que queremos que ocurra, con la responsabilidad integral.
Las historias de víctimas son poco efectivas porque auspician las quejas frente a las circunstancias y previenen la declaración responsable de una oportunidad de aprendizaje.
Entre el deseo de cumplir con un objetivo y realmente llegar a un resultado puede existir un largo camino. Todo camino a un resultado se encuentra empedrado de infinitas variables y eventos. El tipo de observador que seamos de las circunstancias es lo que nos definirá entre situarnos en el área de víctima o en el área de protagonista.
Muchas veces estamos ciegos al área en la que estamos situados, principalmente cuando estamos siendo víctimas de las circunstancias. Lo que determina este conocimiento, este «darse cuenta» es el nivel de conciencia en el que estemos.
Distinguimos ocho pasos para alcanzar una actitud protagonista:
ESCALERA DE PROTAGONISMO
Area de Víctima
1.- Inconciencia.
2.- Echarle la culpa a otros.
3.- «No puedo» – Excusas.
4.- Esperar y Desear.
Area de Protagonista
5.- Reconocer la realidad.
6.- Adueñarse de la realidad.
7.- Encontrar soluciones.
8.- Hacer que ocurra.
Rafael Echevarria «Ontología del lenguaje»
Esteban Pinotti «Coaching Ontológico para Empresas»
Esteban Pinotti «Coaching Ontológico»
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