Lo más importante que llevo conmigo no es algo que puedas ver o tocar; es la manera en que entiendo y experimento el mundo que me rodea, mi observador interno. Es esa parte de mí que da sentido a todo lo que me sucede, que me ayuda a interpretar lo que veo, lo que siento, y cómo elijo reaccionar ante cada situación.
Con el tiempo, he aprendido que este observador no es estático; cambia y evoluciona con cada experiencia que vivo. Es como un compañero constante que me acompaña a donde quiera que voy, influyendo en cómo veo las cosas, en los juicios que hago y en las emociones que experimento.
Este observador interno es, en realidad, una parte esencial de quién soy. Me permite estar en sintonía con el presente, con lo que está ocurriendo aquí y ahora. Cuando estoy consciente de él, puedo elegir cómo quiero vivir cada momento, abriéndome a nuevas formas de ver las cosas y a nuevas maneras de ser.
Lo más valioso que llevo conmigo, entonces, es esta capacidad de estar presente, de observar y sentir el mundo a mi alrededor con autenticidad y apertura. Es lo que me permite vivir de manera más consciente y genuina, conectándome con lo que realmente importa en cada instante.
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