Soy de Algemesí, un pueblo de la Ribera Alta, con calles llenas de historia, que cada 7 y 8 de septiembre se transforma para celebrar sus fiestas, Patrimonio de la Humanidad, donde resuena la dolçaina y se alzan las torres humanas de la muixeranga.
Quizá a muchos no os suene, pero si habéis visto esas torres de personas subiendo unas sobre otras, con cuidado, equilibrio y coraje, sabéis de qué hablo.

Hoy no vengo a hablaros de fiestas ni de folklore. Pero la imagen de la muixeranga, de esas personas subiendo, confiando unas en otras mientras suenan los tambores, me acompaña cada septiembre y me recuerda algo importante sobre la vida y el trabajo en equipo.
Subir juntos, sostenerse juntos
En la muixeranga, hay quien sube y quien sostiene. Hay quien alza los brazos para dar el último impulso al que escala y quien, en la base, aguanta el peso con firmeza.
Subir solo es imposible. Sostener sin ayuda, también.
En la vida, muchas veces queremos llegar más alto: crecer, cambiar, aprender, cumplir sueños. Pero a veces olvidamos que no podemos hacerlo todo solos, que necesitamos apoyarnos en otros, pedir ayuda, dejar que nos sostengan cuando flaqueamos.
El equilibrio no es soledad
En la muixeranga, el equilibrio no lo consigue quien está arriba, sino todos. Cada persona ajusta su posición, respira, siente el latido colectivo. Cada gesto cuenta.
En nuestra vida personal y profesional, el equilibrio también es un trabajo compartido. Pedir ayuda no es un fracaso, es un acto de humildad y confianza. Sostener a otros no nos debilita, nos conecta.
Preguntas para ti
– ¿A quién dejas que te sostenga cuando te sientes cansado?
– ¿Qué sueños quieres alzar, pero no te atreves a pedir apoyo?
– ¿Cómo puedes sostener a otros mientras tú también cuidas de ti?
Lo auténtico frente a lo superficial
Hoy, en un mundo que pide likes y apariencias, también nosotros podemos perdernos intentando demostrar que podemos con todo, que somos fuertes, que no necesitamos a nadie.
Pero igual que en la muixeranga, subir solo para que te vean no tiene sentido si no hay conexión real, cuidado mutuo y un latido compartido.
Sostenerse juntos, subir juntos, es un acto de confianza y de comunidad.
Las fiestas de Algemesí me lo recuerdan cada año: en la vida, como en la muixeranga, podemos llegar más alto, pero no lo hacemos solos. La fuerza está en cada paso compartido, en cada mano que se tiende, en cada hombro que se ofrece, en cada voz que dice: “Tranquil, estic amb tu.”
Descubre más desde Coaching Valencia - Ricard Guillem Psicólogo Coach
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