Cuando alguien siente que ya no importa

Hay una pregunta que no siempre se dice en voz alta, pero que muchos llevan dentro, como un eco suave que no cesa: ¿De verdad importo?

La escucho a menudo en las sesiones. Llega envuelta en formas distintas —“siento que nadie me ve”, “hago mucho, pero nada cambia”, “ya no tengo ganas de nada”—, y siempre viene acompañada de una mirada cansada. Esa mirada de quien lleva demasiado tiempo sosteniendo el mundo sin sentir que el mundo le sostiene a él.

No importa si la persona tiene éxito, familia, amigos o incluso reconocimiento. Cuando uno deja de sentir que su presencia tiene valor, algo dentro se apaga. Y ese apagón no se nota de golpe; se va infiltrando poco a poco: menos ilusión, menos curiosidad, menos brillo.

El peso del “no importo”

He visto ese peso muchas veces. Personas brillantes, generosas, con vidas llenas de cosas por las que otros matarían, pero que viven con un silencio interno difícil de soportar. No es tristeza exactamente. Es una mezcla de cansancio y desinterés por uno mismo. Como si la vida siguiera, pero sin testigos.

Detrás de esa sensación hay una herida relacional: la necesidad humana de sentirse visto, querido, significativo. Cuando falta, el alma se vuelve invisible incluso para sí misma.

El primer paso no es cambiar, es volver a sentir

En coaching solemos hablar de objetivos, metas y logros. Pero cuando alguien se siente insignificante, el primer paso no es hacer más, sino sentir más. Volver a conectar con la certeza de que uno sí importa, aunque no haya aplausos, aunque nadie lo diga en voz alta.

A veces empiezo con una pregunta sencilla, casi inocente: “¿Quién notaría tu ausencia si mañana no estuvieras?”

El silencio que sigue a esa pregunta suele ser largo, pero fecundo. Porque siempre aparece un nombre. A veces el de una persona, a veces el de un gato, una planta, una causa o incluso el propio cuerpo que sigue sosteniéndonos día tras día. Ahí empieza la reconexión: cuando descubres que tu sola existencia ya sostiene algo.

Recuperar la importancia: microactos de valor

No se trata de discursos motivacionales ni de promesas vacías. Se trata de volver a vivir pequeños actos de valor que te recuerden que cuentas. En mis sesiones propongo ejercicios tan simples como potentes:

  • Escribe tres momentos del día en que alguien te necesitó o te dio las gracias.
  • Envía un mensaje a alguien para decirle que te importa, sin esperar respuesta.
  • Haz algo que te devuelva dirección: cuidar, crear, reparar, ofrecer.

Cada vez que lo haces, tu cerebro recibe una señal clara: “mi existencia influye en algo”. Y ese es el inicio de toda transformación real.

El coaching como espacio para volver a ser visto

El coaching no es solo una conversación orientada a resultados. Es, antes que nada, un espacio donde alguien se siente escuchado de verdad. Donde puede desplegar sus palabras sin miedo a ser juzgado. Y eso, en sí mismo, ya es terapéutico.

He visto a personas recuperar su luz solo porque alguien —por fin— las miró sin prisa y les recordó que siguen importando.

Cuando eso sucede, no solo mejora la autoestima. También aparece una nueva energía: la de quien quiere volver a cuidar, construir, amar. Porque quien se siente importante, empieza a hacer importante también la vida de otros.

Volver a importar

Si estás en ese punto donde sientes que has dejado de importar, no necesitas cambiarlo todo. Solo necesitas volver a mirarte con afecto y verdad. En Coaching Valencia te acompañom a reencontrar tu valor y a construir desde ahí una vida más consciente, más tuya.

Reserva tu llamada de valoración gratuita en www.coachingvalencia.com y demos juntos el primer paso para volver a sentirte protagonista de tu historia.


Descubre más desde Coaching Valencia -​ Ricard Guillem Psicólogo Coach

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Descubre más desde Coaching Valencia -​ Ricard Guillem Psicólogo Coach

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo