Autoempatía: cómo darte apoyo a ti mismo

Cuando nadie más parece entenderte

Hay días en que una palabra fuera de lugar, una mirada crítica o un silencio incómodo nos golpean más de lo que quisiéramos. En esos momentos, lo primero que solemos escuchar —y decirnos— es: “no le des importancia”.

Pero, seamos honestos: ¿cuántas veces ese consejo ha funcionado de verdad?

La distinción es importante:

  • Autoempatía: reconocer lo que sentimos y lo que necesitamos en ese instante, sin juzgarnos.
  • Autoindulgencia: justificar cualquier reacción o usar la emoción como excusa para no cambiar.

La psicología positiva y la terapia basada en la compasión han mostrado que tratarse con empatía reduce la rumiación, fortalece la resiliencia y calma el sistema nervioso (Neff, 2011).

Pregúntate: ¿cuántas veces te has exigido tanto, que en lugar de calmarte solo lograste aumentar tu malestar?

Paso 1. Poner nombre a lo que sientes

El primer gesto de autoempatía es identificar con precisión qué emoción estás sintiendo.

No es lo mismo decir “estoy mal” que reconocer “siento rabia, decepción y miedo”.

La neurociencia afectiva muestra que nombrar la emoción ayuda a regularla porque activa zonas prefrontales del cerebro que moderan la intensidad emocional (Lieberman et al., 2007).

Ejercicio breve:

Piensa en una situación reciente que te descolocó. Escríbela en una hoja y pon tres palabras que describan con claridad lo que sentías.

Paso 2. Descubrir la necesidad detrás

Las emociones no aparecen al azar: son señales que apuntan a necesidades humanas básicas.

  • La tristeza puede señalar la necesidad de apoyo o compañía.
  • La ira, la necesidad de respeto o justicia.
  • El miedo, la necesidad de seguridad.

Reconocer la necesidad no significa que se satisfaga de inmediato, pero sí nos permite validar por qué sentimos lo que sentimos.

Pregúntate: ¿qué estaba necesitando yo en ese momento que no estaba cubierto?

Paso 3. Hablarte como lo harías con un amigo

Una vez que sabes lo que sientes y lo que necesitas, toca el paso más difícil: tratarte con la misma empatía que darías a alguien querido.

Puedes decirte:

  • “Es normal que me sienta así, estaba buscando comprensión y no la encontré.”
  • “Lo que necesito ahora es darme calma, no exigirme resolverlo todo ya.”

La práctica de la autocompasión ha demostrado que mejora el bienestar psicológico, reduce la ansiedad y aumenta la motivación sostenible (Germer & Neff, 2019).

Práctica de autoempatía en 3 minutos

  1. Respira profundo tres veces.
  2. Pon nombre a la emoción principal.
  3. Pregunta: “¿Qué necesito ahora mismo?”
  4. Respóndete con una frase breve, cálida y realista.

Hazlo cada vez que notes tensión emocional. Al principio parecerá artificial, pero con la práctica se vuelve un hábito de cuidado.

Preguntas para ti

  • ¿Cuándo fue la última vez que sentiste que nadie te entendía?
  • ¿Qué cambió en ti cuando lograste identificar la necesidad detrás de la emoción?
  • ¿Cómo sonaría tu voz si te hablaras como lo harías a tu mejor amigo?

Cierra el círculo

La autoempatía no reemplaza la empatía de los demás, pero sí nos ofrece una base emocional estable.

Cuando aprendemos a escucharnos con respeto, dejamos de ser nuestro peor juez y empezamos a ser nuestro mejor aliado.

Si quieres profundizar en cómo entrenar esta capacidad y aplicarla en tu día a día, podemos trabajarlo juntos en un proceso de coaching. Te invito a contactar en www.coachingvalencia.com.


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