Educar para la derrota: el valor olvidado que nos hace más humanos

El valor de aprender a perder y del fracaso.

Vivimos en una sociedad obsesionada con ganar, destacar y aparentar éxito. Pier Paolo Pasolini nos aporta una visión distinta —y liberadora— sobre el fracaso:

“Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En construir una identidad capaz de advertir una comunidad de destino, en la que se pueda fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados…” (Pasolini, citado en Cultura Inquieta, 2022).

Con estas palabras, Pasolini propone que el fracaso no es solo un obstáculo, sino una escuela de humildad, dignidad y reconexión humana.

Passini

La crítica al mito del éxito

Pasolini añade:

“…en no ser un trepador social, en no pasar sobre el cuerpo de los otros para llegar el primero. Ante este mundo de ganadores vulgares y deshonestos… Ante esta antropología del ganador de lejos prefiero al que pierde.” (Pasolini, citado en Cultura Inquieta, 2022).

Aquí denuncia una cultura del triunfo que sacrifica la ética y la empatía, y prefiere el fracaso con valores a la victoria sin integridad.

La derrota como escuela de resiliencia

Desde la perspectiva del coaching, aprender a fracasar sin perder la dignidad es esencial:

  • Enseña a soltar el perfeccionismo.
  • Permite reconocer que la vida es cíclica: caer y recomenzar.
  • Fomenta la empatía auténtica, indispensable para acompañar a otros.

Educar para la derrota se convierte así en un camino hacia la resiliencia real y sostenible.

Una práctica inspirada en Pasolini

  1. Recuerda una derrota significativa.
  2. Escribe tres aprendizajes que nacieron de esa experiencia.
  3. Reflexiona: ¿Cómo sería mi vida hoy si no hubiera atravesado esa derrota?

Este ejercicio transforma el fracaso en semilla de crecimiento, no en cicatriz.

Coaching que honra los valores, no solo los resultados

En Coaching Valencia, acompaño a quienes desean convertir sus derrotas en espacios de dignidad y aprendizaje, y no en manchas que definan su vida.

Referencia

Pasolini, P. P. (2022). Educar para el fracaso y la derrota. En Cultura Inquieta. Recuperado de https://culturainquieta.com/literatura/educar-para-el-fracaso-y-la-derrota-un-bello-texto-de-pier-paolo-pasolini

Cuando alguien siente que ya no importa

Hay una pregunta que no siempre se dice en voz alta, pero que muchos llevan dentro, como un eco suave que no cesa: ¿De verdad importo?

La escucho a menudo en las sesiones. Llega envuelta en formas distintas —“siento que nadie me ve”, “hago mucho, pero nada cambia”, “ya no tengo ganas de nada”—, y siempre viene acompañada de una mirada cansada. Esa mirada de quien lleva demasiado tiempo sosteniendo el mundo sin sentir que el mundo le sostiene a él.

No importa si la persona tiene éxito, familia, amigos o incluso reconocimiento. Cuando uno deja de sentir que su presencia tiene valor, algo dentro se apaga. Y ese apagón no se nota de golpe; se va infiltrando poco a poco: menos ilusión, menos curiosidad, menos brillo.

El peso del “no importo”

He visto ese peso muchas veces. Personas brillantes, generosas, con vidas llenas de cosas por las que otros matarían, pero que viven con un silencio interno difícil de soportar. No es tristeza exactamente. Es una mezcla de cansancio y desinterés por uno mismo. Como si la vida siguiera, pero sin testigos.

Detrás de esa sensación hay una herida relacional: la necesidad humana de sentirse visto, querido, significativo. Cuando falta, el alma se vuelve invisible incluso para sí misma.

El primer paso no es cambiar, es volver a sentir

En coaching solemos hablar de objetivos, metas y logros. Pero cuando alguien se siente insignificante, el primer paso no es hacer más, sino sentir más. Volver a conectar con la certeza de que uno sí importa, aunque no haya aplausos, aunque nadie lo diga en voz alta.

A veces empiezo con una pregunta sencilla, casi inocente: “¿Quién notaría tu ausencia si mañana no estuvieras?”

El silencio que sigue a esa pregunta suele ser largo, pero fecundo. Porque siempre aparece un nombre. A veces el de una persona, a veces el de un gato, una planta, una causa o incluso el propio cuerpo que sigue sosteniéndonos día tras día. Ahí empieza la reconexión: cuando descubres que tu sola existencia ya sostiene algo.

Recuperar la importancia: microactos de valor

No se trata de discursos motivacionales ni de promesas vacías. Se trata de volver a vivir pequeños actos de valor que te recuerden que cuentas. En mis sesiones propongo ejercicios tan simples como potentes:

  • Escribe tres momentos del día en que alguien te necesitó o te dio las gracias.
  • Envía un mensaje a alguien para decirle que te importa, sin esperar respuesta.
  • Haz algo que te devuelva dirección: cuidar, crear, reparar, ofrecer.

Cada vez que lo haces, tu cerebro recibe una señal clara: “mi existencia influye en algo”. Y ese es el inicio de toda transformación real.

El coaching como espacio para volver a ser visto

El coaching no es solo una conversación orientada a resultados. Es, antes que nada, un espacio donde alguien se siente escuchado de verdad. Donde puede desplegar sus palabras sin miedo a ser juzgado. Y eso, en sí mismo, ya es terapéutico.

He visto a personas recuperar su luz solo porque alguien —por fin— las miró sin prisa y les recordó que siguen importando.

Cuando eso sucede, no solo mejora la autoestima. También aparece una nueva energía: la de quien quiere volver a cuidar, construir, amar. Porque quien se siente importante, empieza a hacer importante también la vida de otros.

Volver a importar

Si estás en ese punto donde sientes que has dejado de importar, no necesitas cambiarlo todo. Solo necesitas volver a mirarte con afecto y verdad. En Coaching Valencia te acompañom a reencontrar tu valor y a construir desde ahí una vida más consciente, más tuya.

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Tres dominios, una transformación: lenguaje, emoción y cuerpo en el desarrollo personal

El poder de los tres dominios

En cualquier proceso de crecimiento personal existen tres dimensiones que marcan la diferencia: el lenguaje, la emoción y el cuerpo. Son los tres dominios desde los que interpretamos la vida y desde los que podemos transformarla. Integrarlos no es solo teoría: es el camino hacia una vida con más coherencia, energía y sentido.

1. El lenguaje: cómo hablamos, cómo vivimos

Lo que decimos –y lo que nos decimos– no es neutro. Cada palabra abre o cierra posibilidades. Si repites “no puedo”, tu mundo se encoge; si transformas esa frase en “aún no lo logro, pero estoy aprendiendo”, tu horizonte se expande.

Ejercicio práctico: identifica una frase que uses a menudo y que te limite. Reescríbela en positivo, como si fuera un impulso. Observa durante una semana qué cambia en tus acciones.

2. La emoción: brújula para decidir

Las emociones son señales, no obstáculos. El miedo puede invitarte a cuidarte, la confianza te empuja a avanzar. No se trata de eliminar emociones, sino de escucharlas como brújula para entender lo que valoras o necesitas.

Ejercicio práctico: al final de cada día, anota una emoción que hayas sentido con intensidad y pregúntate: ¿qué mensaje me estaba dando sobre lo que valoro?

3. El cuerpo: la coherencia en acción

Nuestro cuerpo habla antes que las palabras. Una espalda erguida transmite seguridad; una respiración pausada calma la mente. Ajustar la postura o el ritmo respiratorio no es un gesto menor: es entrenar tu coherencia interna.

Ejercicio práctico: la próxima vez que enfrentes un reto, coloca los pies firmes en el suelo, recta la espalda y respira profundo. Nota cómo cambia tu seguridad.

Una transformación integrada

Trabajar estos tres dominios a la vez genera coherencia.

  • El lenguaje define tu narrativa.
  • La emoción da energía a tus decisiones.
  • El cuerpo encarna lo que quieres vivir.

El desarrollo personal no consiste en acumular técnicas, sino en entrenar la manera en que hablas, sientes y actúas. Desde ahí, la transformación se vuelve cotidiana y sostenible.

¿Quieres integrar estos tres dominios en tu vida con acompañamiento profesional?

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