Cómo se ve, se siente y se practica la asertividad

Comportamientos concretos de una persona que sabe ponerse en su lugar

Durante años se ha hablado de la asertividad como si fuera un concepto abstracto: “decir lo que piensas”, “defender tus derechos”, “poner límites”.

Pero la vida real es otra cosa: situaciones incómodas, conversaciones que dan vértigo, dudas sobre si estamos siendo demasiado duros o demasiado blandos.

Y ahí surge la pregunta clave:

  • ¿Cómo se comporta una persona verdaderamente asertiva?
  • ¿Qué hace, qué dice, qué gestos tiene?
  • ¿Cómo podemos observarlo en la práctica cotidiana?

Porque la asertividad no es una idea; es una forma concreta de habitar las relaciones.

Asertividad: una presencia que se nota antes de que se diga una palabra

La asertividad no empieza en la frase, sino en la presencia, en la corporalidad. La reconocemos en personas que transmiten algo así como: “estoy aquí, me escucho y te escucho”.

No es arrogancia ni sumisión. Es una mezcla de claridad, serenidad y respeto que se siente al instante.

En sesiones coaching lo explico así: la asertividad es sostenerte sin aplastar y escuchar sin desaparecer.


1. Hablan con claridad, sin disfrazar lo que sienten

Una persona asertiva no da rodeos eternos. Tampoco dispara frases hirientes. Dice lo que necesita decir, de manera directa, amable y sin justificar en exceso.

Frases típicas de alguien asertivo:

  • “Esto no me funciona.”
  • “Prefiero otra opción.”
  • “Necesito pensarlo antes de decidir.”
  • “Gracias, pero ahora no puedo.”

No dejan lugar a ambigüedades, pero tampoco generan agresión.

2. Usan un lenguaje que se hace responsable de lo que sienten

Un rasgo clave: hablan desde el “yo” y no desde el “tú” acusador.

En vez de: “siempre me haces sentir mal” (acusación),  dicen: “cuando pasa esto, me siento incómodo y necesito que lo hablemos” (responsabilidad). 

Este pequeño cambio cambia toda una relación.

3. Ponen límites sin disculparse por existir

Una persona asertiva no vive pidiendo perdón por cada paso que da. Un límite asertivo se expresa con naturalidad, no con culpa. Ejemplos:

  • “No podré hacerlo este fin de semana.”
  • “No puedo atender llamadas después de las siete.”
  • “No es algo que quiera asumir ahora.

No buscan aprobación, buscan coherencia.

4. Escuchan con presencia real

La asertividad no es solo hablar, también es escuchar sin interrumpir, sin defenderse y sin preparar el contraataque mental. Una persona asertiva:

  • te mira a los ojos
  • respira mientras te escucha
  • no se encierra en su relato
  • hace preguntas para entender
  • no da por supuesto que ya sabe lo que piensas

Esa apertura es una enorme señal de madurez emocional.

5. Su cuerpo acompaña lo que dicen

La corporalidad es clave, se nota en:

  • postura abierta, sin rigidez
  • hombros relajados
  • tono de voz calmado
  • volumen estable
  • gestos claros, sin brusquedades

No necesitan imponerse físicamente, transmiten seguridad desde la naturalidad.

6. Gestionan el desacuerdo sin convertirlo en guerra

La asertividad no busca ganar, busca comprender y ser comprendida. Comportamientos típicos:

  • dicen “esto lo vemos distinto” sin dramatizar
  • no entran en provocaciones
  • distinguen problema de persona
  • saben retirarse cuando la conversación pierde calidad

Desacuerdo no significa ruptura, significa diferencia.

7. Saben pedir lo que necesitan sin sentir vergüenza

Pedir no es debilidad: es autocuidado. Una persona asertiva pide:

  • tiempo
  • ayuda
  • aclaraciones
  • espacio
  • descanso

Sin miedo a la reacción del otro, sin disfrazarlo de excusa.

8. No se culpan por las emociones de los demás

Un comportamiento asertivo muy claro: entender la diferencia entre responsabilidad propia y responsabilidad ajena.

No cargan con todo. No asumen la emocionalidad del otro como propia.

Y saben decir: “entiendo que esto te moleste, pero es lo que necesito.” Eso es salud relacional.

9. Hacen una pausa consciente antes de reaccionar

Este punto es uno de los más visibles —y más admirables— en una persona realmente asertiva: no reacciona por impulso.

La impulsividad suele nacer del cuerpo antes que de la mente.

El pecho se encoge. La mandíbula se tensa. El estómago se activa. El pulso sube. El cuerpo se prepara para defenderse, atacar o retirarse.

Una persona asertiva reconoce esos microavisos corporales. Sabe que antes de la reacción aparece una señal: una presión en la garganta, un calor en la cara, un nudo en el pecho.

Y, en lugar de dejarse arrastrar, hace algo diferente:

  • Pausa.
  • Respira.
  • Se recoloca.
  • Observa lo que está sintiendo.
  • Y solo entonces elige.

Ese pequeño espacio —entre el estímulo y la respuesta— es donde nace la asertividad real.

En esa pausa:

  • baja la intensidad emocional
  • se aclara la intención
  • se evita la palabra que lastima
  • se elige la respuesta que representa quién quieres ser

Una persona asertiva no niega lo que siente, pero tampoco entrega su coherencia a un impulso momentáneo.

Hace un acto íntimo de presencia para decidir:

“¿Qué quiero decir? ¿Cómo quiero decirlo? ¿Con qué emoción quiero entrar en esta conversación?”

Ese gesto es madurez emocional en acción.

10. Después de una conversación difícil… no se castiguen

Uno de los indicadores más silenciosos de la asertividad es esta actitud: no rumian, no se flagelan, no se destruyen mentalmente después.

Se preguntan:

  • ¿Fui coherente?
  • ¿Fui honesto?
  • ¿Fui respetuoso?

Si la respuesta es sí, sueltan. Esa paz también es asertividad.

La asertividad no es una técnica: es una forma de existir.  No se trata de aprender cuatro frases, sino de habitar un modo de estar en el mundo:

  • presente
  • claro
  • respetuoso
  • capaz de sostenerse sin herir
  • capaz de escuchar sin desaparecer

La asertividad real nace del equilibrio entre la dignidad propia y la dignidad del otro.

¿Quieres desarrollar una presencia más asertiva? Trabaja y entrena:

  • lenguaje interno
  • límites
  • emoción que sostiene la voz
  • narrativas que dan permiso
  • hábitos conversacionales
  • coherencia cuerpo–lenguaje–acción

Para que no solo sepas responder… sino que puedas existir de una forma más plena y más tuya.

Si lo deseas, puedes reservar una llamada gratuita de valoración de 15 minutos en www.coachingvalencia.com y exploramos juntos tu caso.

Cultiva la alegría: el poder silencioso de sonreír(se)

¿Cuándo fue la última vez que te sorprendiste sonriendo sin motivo?

No a alguien, a ti. Por dentro. En silencio.

Esa sonrisa tímida, espontánea, que nace del cuerpo antes que de la mente.

En un mundo que muchas veces nos invita a la prisa, la exigencia y la preocupación, la alegría no es un regalo: es una práctica. Y como toda práctica, se cultiva. No siempre brota sola. Hay que regarla.

La alegría no es euforia. Es raíz.

Confundimos la alegría con estar siempre arriba, con energía, con un entusiasmo desbordante. Pero la alegría verdadera es mucho más honda:

  • No depende de cómo van las cosas, sino de cómo las miras.
  • No necesita grandes éxitos, sino pequeños momentos.
  • No grita. A veces, ni se nota desde fuera.
    Es ese murmullo cálido que te recuerda que, aun en medio del caos, tienes algo bueno que agradecer, que valorar, que cuidar.

¿Y si empezamos por la sonrisa?

Mucho antes de que la ciencia hablara de neuronas espejo o circuitos de retroalimentación emocional, los sabios ya lo intuían: el cuerpo influye en el alma.

Y una de las herramientas más sencillas y potentes que tenemos para generar bienestar es la sonrisa.

No se trata de forzarla. Se trata de invitarla.

Prueba esto:

  • Cierra los ojos.
  • Relaja el rostro.
  • Dibuja una pequeña sonrisa… no en la boca, sino en tu interior.
  • Lleva esa sonrisa al estómago. Al pecho. A tus manos.
  • Quédate ahí unos segundos. Y respira.

Este gesto, aunque parezca tonto, tiene efecto fisiológico real:

  • Activa el sistema parasimpático (el de la calma).
  • Reduce niveles de cortisol.
  • Libera endorfinas.
  • Y poco a poco, te cambia el estado interno.

Es lo que hacen muchas tradiciones contemplativas.

No esperan a sentirse bien para sonreír. Sonríen para sentirse bien.

Como decía Thich Nhat Hanh: “A veces tu alegría es la fuente de tu sonrisa. Pero a veces tu sonrisa puede ser la fuente de tu alegría.” En el mismo sentido, la ontologia del lenguaje postula que “no solo actuamos de acuerdo a cómo somos, sino que también somos de acuerdo a cómo actuamos, la acción genera ser”.

Sonreir

Sonreír no es negar el dolor. Es abrir espacio a lo que sí funciona.

Hay momentos oscuros. Hay días en que la alegría parece un lujo ajeno.

Pero incluso ahí, se puede cultivar.

¿Cómo?

  • Recuerda un instante en el que te sentiste feliz. Revívelo con todos los sentidos.
  • Mira a alguien con ternura. Aunque sea desde el recuerdo.
  • Celebra una pequeña victoria. Un “hoy me levanté”, un “hoy me escuché”.
  • Escucha música que te eleve. No para huir, sino para regresar a ti.
  • Rodéate de personas que te permitan ser tú sin disfrazarte.

Y sobre todo: cultiva la alegría en tu trato contigo.

  • Habla con más amabilidad.
  • Permítete fallar sin castigo.
  • Agradece lo que sí lograste hoy.
  • Y mírate con esa sonrisa interna… la que no espera aplausos.

La alegría no se busca, se cultiva.

No necesitas un motivo para sentir alegría.

Necesitas una práctica que te devuelva a ti.

Una forma de estar en el mundo menos rígida, más liviana.

Una decisión diaria: elegir la sonrisa como gesto de cuidado.

Así, poco a poco, la alegría no será una visita esporádica, sino una compañera de camino.

¿Quieres empezar hoy?

Ponte delante del espejo. Mírate. Respira. Sonríe. No porque todo esté bien. Sino porque tú decides estar mejor.

Vivir Intensamente. La valentía de ser feliz

La vida es un viaje corto, un suspiro en la inmensidad del tiempo, y, sin embargo, en ese breve lapso, se nos ofrece la oportunidad de vivir intensamente. Para muchos, la idea de vivir plenamente se asocia con valentía, no porque la vida sea fácil, sino porque vivirla al máximo requiere coraje, decisión, y una disposición a enfrentar tanto las alegrías como los desafíos. En este artículo, exploraremos cómo la psicología positiva y el coaching positivo pueden ayudarte a encontrar la valentía para vivir tu vida con plenitud y propósito.

La vida siempre pasa: el poder del presente

La frase “la vida siempre pasa” nos recuerda que el tiempo no se detiene para que lo pensemos, lo analicemos o lo evitemos. La vida transcurre con o sin nuestra participación activa. En este contexto, vivir verdaderamente implica estar presentes en el momento, con todo lo que eso conlleva: riesgos, incertidumbres, y, sobre todo, la posibilidad de experimentar la felicidad.

Pregunta de coaching. ¿Estás viviendo plenamente o estás dejando que la vida pase sin participar activamente en ella? ¿Qué te está impidiendo vivir con más intensidad?

Actividad de reflexión. Dedica unos minutos a reflexionar sobre los momentos en los que te has sentido verdaderamente vivo. ¿Qué hacías? ¿Cómo te sentías? Anota estas experiencias y piensa en cómo podrías crear más de esos momentos en tu vida diaria.

La valentía de vivir intensamente

Vivir intensamente no significa lanzarse a la aventura sin pensar, sino más bien atreverse a vivir la vida que realmente quieres, enfrentando los miedos y las dudas que inevitablemente surgirán en el camino. La psicología positiva nos enseña que la valentía no es la ausencia de miedo, sino la capacidad de actuar a pesar de él. Es el convencimiento de que merece la pena atreverse, porque es así como se consigue una vida plena y satisfactoria.

Ejemplo inspirador. Piensa en alguien que admires por su valentía. ¿Qué decisiones valientes han tomado en su vida? ¿Cómo enfrentaron sus miedos? Reflexiona sobre cómo podrías aplicar ese mismo valor en tu propia vida.

Pregunta de coaching. ¿Qué miedos están impidiendo que tomes decisiones que podrían cambiar tu vida para mejor? ¿Qué podrías hacer para enfrentarlos?

Las cicatrices de la  vida: símbolos de valentía

Los valientes no son aquellos que nunca caen, sino aquellos que, a pesar de las caídas, se levantan y continúan su camino. En la vida, todos acumulamos cicatrices, tanto físicas como emocionales. Estas cicatrices no son signos de debilidad, sino símbolos de las batallas que hemos librado y las lecciones que hemos aprendido. En psicología positiva, se valora la capacidad de resiliencia, que es la habilidad de recuperarse de las dificultades y seguir adelante.

Actividad de autoexploración. Reflexiona sobre una cicatriz, ya sea física o emocional, que tengas. ¿Qué historia cuenta? ¿Qué aprendiste de esa experiencia? Tómate un momento para agradecerte a ti mismo por la fuerza y la valentía que te llevaron a superarla.

Pregunta de coaching. ¿Cómo puedes utilizar las lecciones aprendidas de tus cicatrices para enfrentar futuros desafíos con más confianza y serenidad?

El coaching positivo: construyendo una  vida con propósito

El coaching positivo se enfoca en ayudarte a identificar y desarrollar tus fortalezas para vivir una vida más plena y significativa. Parte de este proceso implica tomar decisiones conscientes que estén alineadas con tus valores y deseos más profundos, incluso cuando estas decisiones implican riesgos.

Actividad de coaching:

1. Identifica tus valores fundamentales: anota tres valores que consideres fundamentales para tu felicidad y realización personal (por ejemplo, autenticidad, libertad, amor).

2. Acción valiente: elige una acción, por pequeña que sea, que puedas tomar esta semana para vivir más alineado con uno de estos valores. ¿Qué cambio podrías hacer hoy mismo que te acerque a la vida que deseas?

Ejemplo de acción valiente: si valoras la autenticidad, podrías decidir ser honesto en una conversación difícil que has estado postergando. Si valoras la libertad, podrías tomar una decisión que te libere de una situación que te hace sentir atrapado.

Conclusión: sonríe a tus cicatrices y sigue adelante

Vivir plenamente significa aceptar que la vida viene con riesgos, desafíos y, a veces, heridas. Pero también significa reconocer que cada cicatriz es un recordatorio de que fuiste lo suficientemente valiente como para enfrentar la vida de frente. La psicología positiva y el coaching positivo te ofrecen herramientas para tomar decisiones valientes, abrazar tu vulnerabilidad, y construir una vida que no solo sea soportable, sino verdaderamente satisfactoria.

En Coaching Valencia, estamos aquí para apoyarte en tu camino hacia una vida plena y valiente. Juntos, podemos explorar tus miedos, identificar tus fortalezas, y diseñar un plan de acción que te ayude a vivir con intensidad, propósito y alegría. Contáctanos hoy y comienza a vivir la vida que realmente te corresponde.