El autosabotaje y la procrastinación. Descubre cómo superarlos

En nuestro día a día, muchas veces sentimos que algo nos detiene. Sabemos lo que queremos lograr, pero, por alguna razón, no avanzamos. Esto, en ocasiones, no es más que una forma de autosabotaje, una respuesta emocional a la procrastinación. En este artículo de coaching, exploraremos cómo identificar y transformar estas barreras en oportunidades de crecimiento.

Primer paso: Entiende qué es la procrastinación

La procrastinación no es simplemente “pereza” o incapacidad de concentrarse. Más bien, es una dificultad para silenciar el ruido interno y externo que nos distrae o nos paraliza. Como seres humanos, solemos evitar aquello que nos genera incomodidad o miedo, buscando refugio en actividades que nos proporcionan gratificación inmediata.

Pregunta clave:

• ¿Qué siento cuando sé que debería hacer algo, pero lo evito?

Reflexionar sobre esta pregunta puede ser el primer paso para identificar esos “ruidos” que te desconectan de tus objetivos.

Segundo paso: Descubre tu tipo de procrastinación

Cada persona procrastina por razones diferentes. Puede ser miedo al fracaso, necesidad de perfección, o incluso una sensación de estar abrumado. Comprender la raíz de tu procrastinación te permitirá abordar el problema desde la base.

Ejercicio práctico:

1. Toma un cuaderno y escribe una tarea que has estado posponiendo.

2. Reflexiona: ¿Por qué estoy evitando esta tarea?

3. Pregúntate: ¿Qué historia me estoy contando sobre esta situación?

Al responder a estas preguntas, comenzarás a reconocer patrones en tu comportamiento y a liberar la tensión acumulada.

Tercer paso: Elimina el ruido y toma decisiones empoderadoras

Una vez que identificas la raíz de la procrastinación, es momento de actuar. La clave está en reducir el caos mental y simplificar. Cuando el cerebro entiende lo que sucede y el panorama se aclara, la ansiedad se disipa y aparecen soluciones.

Herramientas para implementar:

Técnica del “primer paso”: Dividir la tarea en microacciones. Por ejemplo, si necesitas escribir un informe, comienza con solo 10 minutos de escritura.

Silencio consciente: Dedica 5 minutos a una respiración profunda y consciente antes de abordar cualquier tarea. Esto calma el sistema nervioso y te ayuda a enfocarte.

Diálogo interno positivo: Cambia frases como “no puedo hacerlo” por “¿qué puedo lograr hoy, por pequeño que sea?”.

Cuarto paso: Implementa sistemas de apoyo

Superar la procrastinación no se trata solo de fuerza de voluntad. Es necesario contar con un sistema que te impulse y te guíe hacia el cambio.

Ejercicio de coaching:

• Cada noche, anota una pequeña acción que harás al día siguiente. No es necesario que sea grande; lo importante es que sea específica y alcanzable.

• Al final del día, evalúa: ¿cómo me sentí al completar esta acción?

El objetivo no es la perfección, sino crear un hábito que transforme poco a poco tu manera de abordar las tareas.

Reflexión final: El autosabotaje como oportunidad

El autosabotaje, más que un obstáculo, puede ser una puerta de entrada para conocerte mejor y construir hábitos más saludables. Como cualquier cambio significativo, requiere tiempo, paciencia y compasión contigo mismo.

En Coaching Valencia, te ayudamos a desentrañar estos bloqueos y a construir un camino más claro hacia tus metas. Juntos trabajaremos para que descubras tu verdadero potencial y dejes de poner excusas para comenzar a avanzar.

¡Contáctanos hoy y transforma tu procrastinación en acción positiva!

La única certeza: todos somos diferentes

Los domingos, de Alauda Ruiz de Azúa, ha ganado este sábado, la Concha de Oro de la 73ª edición del festival de San Sebastián.

En sus palabras de agradecimiento, la directora dejó un par de reflexiones que invitan a detenernos a pensar. La primera, casi un manifiesto: “La única certeza que tengo es que todos somos diferentes”. Una frase sencilla pero radical, que nos recuerda que la diversidad no es excepción, sino condición humana.

Y añadió algo que complementa esa idea con fuerza: “Querer entender algo no quiere decir validarlo”. Es decir, abrirnos a comprender al otro, escuchar lo distinto o incluso lo incómodo, no significa necesariamente estar de acuerdo. Significa reconocer la diferencia, darle un lugar, sin que eso implique renunciar a nuestro criterio ni a nuestros valores.

Unas verdades sencilla, pero profundamente transformadora.

Cuando olvidamos que somos distintos

Muchas de nuestras tensiones diarias nacen de una expectativa: que el otro piense, actúe o sienta como nosotros.

Esperamos que la pareja reaccione igual que lo haríamos, que un compañero de trabajo resuelva como lo resolveríamos, que un amigo ame como nosotros amamos.

Y cuando no ocurre, sentimos decepción.

El problema no es la diferencia.
El problema es olvidar que existe.

El valor de la diversidad

Aceptar la diferencia no es renunciar a uno mismo, es abrirse a comprender que el mundo se expande más allá de mis límites.

  • Donde yo busco orden, otro encuentra creatividad en el caos.
  • Donde yo necesito seguridad, alguien más se mueve con pasión en la incertidumbre.
  • Donde yo hablo, otro escucha.

Cada encuentro con alguien diferente es un espejo que me invita a descubrir matices de mí mismo y a crecer.

Cuando el rechazo se convierte en herida social

Negar la diferencia puede parecer inofensivo en lo cotidiano, pero llevado al extremo se convierte en racismo, xenofobia, homofobia, aporafobia, sexismo, capacitismo, edadismo, y tantas otras formas de rechazo que hieren profundamente nuestra convivencia.

Todas ellas son expresiones radicales de un mismo patrón: el miedo al otro por ser distinto.

Recordarlo nos ayuda a tomar conciencia de que cada gesto de apertura suma, y cada juicio o exclusión también alimenta un sistema que empobrece a todos.

El resultado de aceptar la diferencia

Cuando dejo de resistirme a que los demás sean distintos, recupero energía.

En lugar de frustrarme, aprendo.

En lugar de imponer, dialogo.

En lugar de cerrarme, me transformo.

Aceptar que somos diferentes no nos aleja.

Nos acerca, porque nos permite relacionarnos desde el respeto y no desde la expectativa.

Quizá la vida no nos da muchas certezas, pero esta sí: nadie es como yo, y ahí está la riqueza.

Prácticas para integrar esta certeza

El coaching puede ayudarte a entrenar esta mirada para vivir con más apertura, menos conflicto y más autenticidad.

  1. Observar sin juicio.
    La próxima vez que algo de otra persona te incomode, pregúntate: ¿qué parte de mí está reaccionando aquí?
  2. Escuchar con curiosidad, respirando para gestionar la impulsividad.
    Haz el esfuerzo consciente de comprender qué hay detrás de las palabras o el silencio del otro.
  3. Ampliar tu mapa mental.
    Recuerda: tu forma de ver el mundo no es la única. Haz el ejercicio de describir una situación desde la mirada de esa otra persona.

 

 

 

Descubrir que nunca estás solo: aprender a tenerte a ti mismo

La gran distinción

Estar solo no es lo mismo que sentirse acompañado de uno mismo. La soledad pesa cuando se vive como abandono, vacío o desconexión; en cambio, la autocompañía es descubrir que dentro de ti ya habita alguien con quien contar: tú. Esa diferencia cambia el rumbo de la vida.

Hay un instante revelador en muchos procesos de coaching y psicología: el momento en que una persona se da cuenta de que no está sola, porque se tiene a sí misma. Ese hallazgo es profundamente liberador: ya no dependes de que los demás te sostengan siempre, porque aprendes a ser tu propio refugio y punto de apoyo.

Evidencias y ciencia: la importancia del vínculo interno

La psicología positiva y la neurociencia han demostrado que la autoaceptación y el autocuidado son factores clave para la resiliencia. Investigaciones de Kristin Neff sobre autocompasión muestran que tratarnos con amabilidad disminuye la ansiedad, fortalece la motivación y nos protege de la depresión.

Desde el coaching basado en evidencia, se trabaja precisamente en esta idea: si reconoces tu propia voz, tu historia y tu valor, construyes una base sólida que no depende únicamente de validación externa. Te conviertes en tu principal aliado.

Preguntas para reflexionar

  • ¿Qué parte de ti sigues esperando que otros validen?
  • ¿En qué momentos de tu vida te has sentido realmente acompañado por ti mismo?
  • Si fueras tu mejor amigo, ¿qué consejo te darías hoy?

Prácticas para cultivar la autocompañía

  1. Escribe un diario de cuidado personal. Dedica 5 minutos al día a registrar algo que hiciste por ti mismo: desde descansar hasta poner un límite.
  2. Repite afirmaciones realistas y poderosas. No se trata de frases vacías, sino de recordarte: “Me tengo, puedo contar conmigo”.
  3. Prueba la visualización del espejo. Imagina que te miras desde fuera y te dices con cariño: “Estoy contigo”.
  4. Celebra pequeños logros. Anotar y reconocer tus avances refuerza la confianza interna.

Descubrir que te tienes a ti mismo es uno de los aprendizajes más grandes de la vida. No significa cerrarse a los demás, sino caminar con ellos desde la seguridad de que tu compañía es suficiente y valiosa.

Si este artículo resuena contigo y quieres explorar cómo fortalecer tu autocompañía, te invito a dar un paso más: agenda una sesión de coaching online en www.coachingvalencia.com. Allí encontrarás un espacio para crecer, con la certeza de que no estás solo: te tienes a ti, y puedes aprender a sostenerte cada día con más fuerza.