En Metafísica de los tubos (2000), Amélie Nothomb, escritora belga nacida en Japón, narra un recuerdo íntimo de su infancia en Japón. A los dos años y medio, en la provincia de Kansai, ella describe que “ser japonesa consistía en vivir en el corazón de la belleza y de la veneración”. Esa experiencia, aparentemente inocente, nos abre la puerta a tres claves esenciales de la vida plena: la capacidad de contemplar la belleza, la actitud de adoración y el poder transformador de la gratitud.
Psicología positiva: ver lo extraordinario en lo cotidiano
La psicología positiva, impulsada por Martin Seligman y otros investigadores, ha demostrado que cultivar emociones positivas fortalece nuestra resiliencia, expande nuestra creatividad y mejora el bienestar. La experiencia narrada por Nothomb es un ejemplo puro: una niña que encuentra plenitud en las flores empapadas de lluvia, en el estanque de piedra, en las montañas que se asemejan al latido de su propio pecho.
No es solo paisaje: es mindfulness natural, una práctica espontánea de atención plena que conecta con el núcleo de la psicología positiva.
Adoración: vivir con reverencia
Nothomb habla de “veneración”. En psicología, la reverencia o adoración no siempre se dirige a lo religioso, sino a la capacidad de tratar lo cotidiano con respeto sagrado. Cuando un niño o un adulto viven con esa mirada, lo común se convierte en misterio. Esta actitud de adoración protege frente al cinismo y el desgaste emocional: quien adora, no se vacía, se expande.
Gratitud: el eco en el corazón
La gratitud es otro de los pilares de la psicología positiva. Robert Emmons la define como la emoción que surge al reconocer el valor de lo recibido, más allá de lo material. La descripción de Nothomb —ese canto del vendedor de patatas dulces al caer la noche— es, en sí misma, un acto de gratitud hacia la vida: guardar en el corazón un sonido, un aroma, un instante.
Preguntas para ti
- ¿Qué escenas de tu vida actual merecen ser contempladas con adoración y gratitud?
- ¿Qué detalles cotidianos pasas por alto y podrían convertirse en fuente de alegría si los miraras de otra manera?
- ¿Cómo puedes entrenar tu mirada para que tu día a día no se escape sin dejar huella?
Una práctica de psicología positiva
- Diario de gratitud sensorial: cada noche, escribe tres momentos en los que sentiste belleza en tu entorno (un olor, una luz, una palabra).
- Ritual de adoración: elige un objeto cotidiano y míralo como si fuera la primera vez. Respira, contempla, agradece.
- Ejercicio japonés: mientras camines, pregúntate “¿qué hay aquí que podría venerar?”.
La psicología positiva nos recuerda que la felicidad no se busca fuera, se cultiva dentro. Amélie Nothomb nos ofrece la imagen de una niña que, sin saberlo, practicaba ya lo que la ciencia confirma hoy: que la belleza, la adoración y la gratitud son caminos directos hacia el bienestar profundo.
Tal vez ser “japonés”, como lo entendió ella, no sea cuestión de nacionalidad, sino de aprender a vivir con reverencia y gratitud por lo que nos rodea.

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