Leo en el libro “El valor de la atención” de Johann Hari:
“El narcisismo es una corrupción de la atención, el punto en el que ésta se enfoca exclusivamente en uno mismo y en su propio ego”.
Pienso que las corrupciones, en sus diversas formas, suelen comenzar de esta manera.
En las organizaciones, el liderazgo narcisista pervierte las relaciones y las intoxica en beneficio de un ego corrupto. Camufla las incompetencias con tiranía, mentiras, manipulación y miedo…
Se caracteriza por una marcada falta de empatía hacia los demás, un deseo excesivo de admiración y una tendencia a sobrevalorar las propias habilidades, subestimando las de los demás. Este tipo de liderazgo conduce a un ambiente laboral tóxico, que puede degenerar en acoso, deteriorando gravemente la comunicación y la colaboración.

El liderazgo narcisista, presente tanto en hombres como en mujeres. En ambos casos, genera un ambiente de trabajo tóxico y manipulador, donde el bienestar del equipo se ve relegado a un segundo plano. En las mujeres, el liderazgo narcisista puede verse acentuado por la necesidad de imitar los patrones masculinos de poder. Esto las lleva a someter a su equipo como una forma de demostrar su éxito y capacidad. La manipulación emocional, el chantaje y la crítica constante son herramientas comunes en su arsenal.
Las consecuencias de este tipo de liderazgo son devastadoras. El equipo se siente desmotivado, inseguro y con baja autoestima. La creatividad se ve coartada, la comunicación se vuelve disfuncional y la productividad se resiente.
Un líder narcisista puede parecer carismático y convincente (en especial hacia sus superiores) pero es una fachada para ocultar su maldad. Suelen tener relaciones muy tensas con sus subordinados o iguales, disfrazadas o no de falsas sonrisas. Se venden muy bien hacia arriba, pero eso es tan difícil limpiar las organizaciones de estas personas tóxicas.
El antídoto para el narcisismo es la humildad, la cual implica reconocer nuestras propias limitaciones y errores, así como valorar las contribuciones y cualidades de los demás.
La humildad, es clave como valor en las organizaciones que quieren desarrollarse potenciando a sus equipos. Permite aprender de otros, fomenta la colaboración y construye relaciones basadas en el respeto mutuo.
En contraposición al narcisismo, la humildad nos lleva a una verdadera autoevaluación, al desarrollo de una empatía genuina hacia aquellos que nos rodean, a reconocer al otro como una persona completa, nos abre las puertas hacia el aprendizaje.
Seguro que estás pensando en alguien que necesita una súper dosis de humildad.
II parte. Cómo protegerte del líder narcisista en el trabajo


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