¿Cuál es tu ratio emocional?

Ratio emocional

Martin Seligman , psicólogo y padre de la psicología positiva, plantea un modelo para generar bienestar, al que ha denominado PERMA cuyas siglas significan: P (positive emotion), E(engagement), R(relationships), M(meaning), A(accomplishment). Ninguno de los cinco elementos constituye por sí mismo el bienestar, sino que cada uno de ellos contribuye a lograrlo.

En este artículo nos centraremos en el primer factor P (emociones positivas). La psicología positiva concibe las emociones positivas como uno de los pilares conducentes a la felicidad o el bienestar de las persona. Experimentar emociones positivas como la serenidad, la curiosidad, la vitalidad, el entusiasmo, la satisfacción, el vigor, la alegría o el orgullo, entre otras, contribuye al bienestar.

Es importante tomar conciencia de nuestro ratio emocional P/N, es decir conocer la proporción de emociones positivas ( P – positividad)  por cada emoción negativa (N – negatividad), para conocer si a través de las emociones estamos, según palabras del psicólogo  Martín Seligman, floreciendo o languideciendo emocialmente.

Ratio Losada

Marcial Losada, psicólogo y matemático, ha establecido un ratio emocional óptimo. Esta relación fue determinada como 2,9013 y es el punto de inflexión donde si nuestra relación P/N está sobre este número podemos observar que nuestro bienestar y rendimiento aumenta (resilencia, creatividad, eficiencia, innovación, empatía, etc.). Esta relación se aplica a personas, equipos, parejas y se puede indicar con certeza que bajo esta Línea se “Languidece” y sobre ella se “Florece”, o sea los mejores resultados que podemos aspirar como personas, pareja o como equipos se encuentran cuando nuestro índice de positividad/negatividad está en o por encima de  3/1. Es decir, a partir de este ratio  3:1, de 3 emociones positivas a 1 negativa podemos comenzar a vivir un estado de flourish con todas los beneficios que comporta.

Marcial Losada, junto a  Barbara Fredrickson,  establecieron, en base a su investigación, que el 80% de las personas están por debajo del 3 a 1, con una media de 2 a 1 (en casos patológicos coma la depresión 1 a 1). Aumentar el ratio positivo es posible pero requiere esfuerzo, constancia generando nuevos hábitos.

Stephen Covey en su libro “Los siete hábitos de las personas altamente efectivas“, nos plantea la metáfora acuñada como “la cuenta bancaria emocional”.  Podemos aplicar esta metáfora a la gestión personal de uno mismo, a la relación que tenemos con nosotros mismos.

En pocas palabras, Covey imagina la existencia de una especie de cuenta bancaria en la que se utiliza, en lugar de dinero, la calidad y cantidad de las emociones. Como en el banco podemos sacar según nuestra disponibilidad (se daría cuando vivimos emociones negativas) e ingresar (tener emociones positivas).

Si tenemos un historial sólido (según el ratio de Losada, emociones positivas acumuladas en el depósito superior en 3:1 de las negativas que podamos vivir)  seguramente el banco nos concederá un buen crédito, incluso un descubierto, pero ¿qué pasa si comenzamos a sacar sin ingresar? ¿ Y si llegamos a números rojos? (la autoconfianza, la autoestima, la seguridad…)

La cuenta bancaria emocional básicamente es un lugar donde se deben reducir al mínimo los retiros (las emociones negativas) y aumentar los ingresos (emociones positivas), ya que lo que se pierde o se incrementa es el bienestar, en la relación con uno mismo y con los demás.

En nuestras cuentas bancarias debemos tener un saldo saneado y en ellas se producen depósitos y reintegros, lo mismo sucede en las relaciones con los demás, en cada relación con las personas que forman parte de nuestra vida tenemos que gestionar una cuenta bancaria emocional, aprender a tener un saldo positivo es clave para el bienestar.  

Conoce las estrategias y ejercicios para potenciar las emociones positivas.

Pon tu propia persona primero: un recordatorio para tu bienestar personal y desarrollo

Todos hemos escuchado las instrucciones al viajar en avión: en caso de que caigan las máscaras de oxígeno, debemos colocarnos la nuestra primero antes de ayudar a los demás. Aunque es un consejo práctico para emergencias, también contiene una valiosa lección de vida. Este simple recordatorio nos enseña que, para ser verdaderamente útiles y efectivos en ayudar a los demás, primero debemos cuidar de nosotros mismos.

La importancia de cuidarse primero

Cuando ponemos a otros por delante constantemente y descuidamos nuestro bienestar, corremos el riesgo de agotarnos y caer en un ciclo de resentimiento y baja autoestima. ¿Por qué? Porque nuestra energía es limitada, y si no la renovamos y la gestionamos adecuadamente, acabamos agotados y sin motivación para contribuir, ni a nosotros mismos ni a quienes nos rodean. Así, la idea de “ponerse la máscara primero” cobra relevancia no solo en una emergencia aérea, sino en el día a día de nuestra vida personal y profesional.

¿Cómo aplicar este concepto en la vida cotidiana?

A continuación, se presentan algunas prácticas basadas en el coaching y la psicología positiva para aplicar este principio y asegurarte de cuidar de ti mismo:

1. Establece hábitos saludables como pilares de tu bienestar

  • Practica la alimentación consciente: Mantén una dieta balanceada que te nutra, tanto física como mentalmente. Evita los alimentos que te provoquen fatiga o bajones de energía.
  • Descanso y ejercicio: Dormir lo suficiente y ejercitarte regularmente no solo te mantiene en buena forma física, sino que también ayuda a tu salud mental y emocional. ¿Cuántas veces te das tiempo para descansar adecuadamente?

2. Aprende a decir “no” sin culpa

  • ¿Cuántas veces te has sentido abrumado porque aceptaste demasiadas responsabilidades o actividades? Establecer límites claros es fundamental para proteger tu tiempo y energía. Decir “no” no es ser egoísta; es una forma de respetarte a ti mismo y tus necesidades.

Reflexiona: ¿A qué podrías decir “no” esta semana para dedicarte más tiempo?

3. Cultiva relaciones que te nutran

  • Rodéate de personas que te apoyen, que te escuchen y que te proporcionen un espacio seguro para desahogarte cuando lo necesites. ¿Tienes un ser querido o un amigo con quien puedas hablar cuando te sientas preocupado o negativo? Hablarlo puede ser un gran alivio y te ayuda a no llevar la carga solo.

4. Dedica tiempo al autocuidado emocional

  • Practica actividades que te ayuden a reconectar contigo mismo y a renovar tu energía emocional. Esto puede incluir desde la meditación y la lectura hasta caminar al aire libre.
    Pregúntate: ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo solo para disfrutarlo, sin culpa ni presión?

5. Alinea tus prioridades con tus valores

  • Una vez que tengas claro lo que es más importante para ti, será más fácil tomar decisiones y evitar el agotamiento. Define qué te aporta valor y bienestar a largo plazo, y enfócate en esas áreas. ¿Cómo puedes alinear tus decisiones diarias con tus valores?

Preguntas poderosas para la reflexión

  • ¿Qué necesitas hoy para sentirte mejor y cuidar de ti mismo?
  • ¿Cómo puedes asegurarte de que estás tomando tiempo para recargar tus energías cada semana?
  • ¿Qué actividades te hacen sentir más renovado y cuáles te desgastan?
Máscara de oxígeno como metáfora del autocuidado

El equilibrio entre cuidar de uno mismo y de los demás

Cuidarse a uno mismo primero no significa ser egoísta. Significa reconocer que para ser verdaderamente valiosos en la vida de los demás, primero debemos estar en nuestra mejor forma. Si llenas tu propio vaso, tendrás más para ofrecer y compartir con los demás. El bienestar personal es la base para cualquier esfuerzo significativo y sostenido para ayudar a otros.

Reflexiona sobre cómo estás gestionando tu bienestar hoy y cómo puedes hacer cambios pequeños pero significativos para cuidarte mejor. Recuerda: cuidar de ti no solo es esencial para ti mismo, sino que es la mejor manera de agregar valor y amor a los demás a largo plazo.

 

¿Las semanas se te escapan? Aprende a ensanchar tu tiempo

A veces no es el día lo que se te va.

Es la semana entera. Y luego otra. Y otra más.

Cuando vienes a darte cuenta, ya ha cambiado el mes, has pospuesto cosas importantes, y esa lista de intenciones que hiciste el domingo por la noche sigue casi intacta el jueves por la tarde.

¿Qué nos pasa? ¿Por qué sentimos que la vida corre más rápido que nosotros?

La respuesta no siempre está en hacer más, sino en vivir distinto.

Y ahí es donde podemos ampliar el tiempo: no a lo largo, sino a lo ancho.

Del tiempo que pasa al tiempo que nos pasa por dentro

No tenemos control sobre cuántas semanas hay en un año.

Pero sí podemos elegir cómo habitarlas.

Distinción clave

  • Las semanas cronológicas marcan el calendario
  • Las semanas vividas marcan la historia que estás escribiendo

Ampliar el tiempo no significa tener más horas, sino ensanchar la experiencia que tienes dentro de esas horas.

Qué dice la psicología sobre nuestra percepción del tiempo

La neurociencia y el coaching basado en evidencia lo confirman: cuando vivimos en piloto automático, el cerebro comprime los recuerdos de la semana en una nube gris sin forma ni matices.

Pero cuando incorporamos momentos de presencia, novedad o reflexión, se activa una zona del cerebro vinculada a la memoria autobiográfica. Resultado: la semana se vuelve más rica, más recordable, más nuestra.

El tiempo vivido con sentido se graba más fuerte en nuestra memoria y nos da la sensación de haber vivido más.

— Psicología del tiempo subjetivo (Zimbardo y Boyd)

Preguntas poderosas para frenar la carrera

  • ¿Cómo estoy empezando y cerrando mis semanas?
  • ¿Qué rituales me devuelven a mí cuando me pierdo entre tareas?
  • ¿Dónde están las pausas, los momentos que cuentan?
  • ¿A qué le estoy regalando lo mejor de mí, semana tras semana?

Tres prácticas para ensanchar el tiempo sin añadir más cosas

1. Ritual del viernes o del domingo

Antes de cerrar la semana, dedica unos minutos a responder por escrito:

  • ¿Qué aprendí esta semana?
  • ¿Qué sentí con fuerza?
  • ¿Qué me gustaría que la próxima semana tuviera más o menos?

Este pequeño gesto crea un cierre simbólico que transforma tu percepción del tiempo. Le da forma, peso, significado.

2. Un momento irrepetible al día

No se trata de grandes logros, sino de momentos con alma.

Un desayuno en silencio con música suave.

Una llamada inesperada a alguien que quieres.

Una caminata sin móvil, solo contigo.

Estos gestos marcan la diferencia entre una semana que se evapora y una que deja huella.

3. Bitácora de tiempo vivido

Cada domingo, escribe una sola frase:

¿Qué hace que esta semana haya valido la pena?

No es una agenda ni una lista de tareas. Es un recordatorio de que estuviste allí. Que la semana fue vivida, no solo completada.

¿Y si aprendieras a diseñar semanas con más alma?

La vida no se vive por acumulación de semanas, sino por la intensidad con la que decidimos estar en ellas.

Puedes recuperar el pulso del tiempo si recuperas el pulso de ti.

¿Te cuesta frenar, conectar y dar forma a tu semana?

En www.coachingvalencia.com puedes reservar una sesión de coaching para entrenar una nueva manera de vivir tu tiempo.

No para llenarlo más, sino para llenarte tú.